1.5.05

A Igreja Católica face ao nacional-socialismo e ao comunismo

1. La Encíclica, que normalmente se escribe en Latín, se hace en alemán. Va pues dirigida a Alemania, entonces bajo el yugo nazi.
2. La Iglesia ha tenido una larga tradición de no nombrar expresamente, para evitar herir sentimientos y –sobre todo- por prudencia diplomática en la que se pueden jugar con miles de asesinados, como era el caso de los nazis. Otros ejemplos en Alemania fueron con Bismarck o con el Káiser en 1917.
3. Comparar la no mención del nacionalsocialismo con la mención expresa del comunismo no es relevante. El comunismo ha sido un mal pavoroso (“intrínsecamente perverso”) contra el que no había nada que hacer, se hablara de él o no. El odio anticristiano de los comunistas es tal que se hiciera lo que se hiciera ellos siempre persiguieron a Cristo y a sus discípulos con saña.
4. La Iglesia no podía dejar de condenar a quienes desataron una persecución antisemita y anticatólica como pocas (ciertamente superada esta última por la hidra comunista).
5. El análisis de los hechos y discursos, así como consenso fundamentado de historiadores serios, judíos y no judíos, es que la Santa Sede condenó tanto el régimen nazi como sus acciones en múltiples y repetidas ocasiones.###

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Durante el régimen nazi cuanto más criticaba públicamente la Iglesia a los nazis, más se recrudecía la persecución contra católicos y otras minorías defendidas por la Iglesia, como los judíos. El ejemplo holandés es suficientemente representativo; o la súplica reiterada de que la Santa Sede se abstuviera de críticas públicas del régimen nazi por parte de la Jerarquía polaca. Bismarck (recuérdese su Kulturkampf y persecución de católicos) tampoco fue denunciado expresamente, sí condenado por la Iglesia.

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El contra-argumento que la Iglesia Católica sí criticó al comunismo, al cual llamó "intrínsecamente perverso", no es de recibo. Con el comunismo no había nada que hacer. El comunismo fue, es y será un enemigo tan feroz de la Cristiandad que contra él ya sólo quedan tres recursos: la denuncia pública y abierta, la oración y el sufrimiento del martirio. Criticar públicamente y continuamente al comunismo o no hacerlo no modificaba nada la actuación de los perseguidores, asesinos y torturadores rojos: los más sangrientos que haya sufrido la historia de la humanidad.

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Ha habido ya dos generaciones de alemanes que no han conocido la guerra. Sin embargo se sigue haciendo responsables a los alemanes de todas las atrocidades nazis, como si hubiera una responsabilidad colectiva. ¿Cómo se puede culpabilizar a quienes no tuvieron ni arte ni parte en aquella pésima decisión de elegir a Hitler?
Hubo alemanes nazis y otros no. La mayoría, de hecho, no eran nazis. Si votaron al partido nazi lo fue en buena parte por el injustísimo orden internacional generado por el Tratado de Versalles. También por un malsano nacionalismo alemán, de corte romántico, que prosperó en medios protestantes más que en los católicos y que venía infecto del racionalismo desde el principio.